En mis 55 años de existencia
he sido testigo de muchos acontecimientos. De hecho, ¿qué cubano en este medio
siglo no ha sido partícipe de hechos únicos? Sin embargo, yo que he estado en
casi todos los momentos del rescate del Barrio Chino de La Habana y de las artes
y tradiciones que los chinos nos dejaron como herencia, siento que existen tres
que fueron inesperados.
Cuando tenía 8 años, en
1968, Fidel anunció en la Plaza que había muerto el Che y leyó su carta de
despedida. Junto a casi un millón de habaneros me sorprendí, aunque en ese
instante no alcanzaba a comprender cabalmente las caras de tristeza de los que
me rodeaban.
El 17 de diciembre de 1914
fue una fecha memorable: Cuba y Estados Unidos informaban al mundo,
simultáneamente, la intención de restablecer las relaciones diplomáticas. La
noticia me sorprendió en las calles y si la escuché se debió a la sintonía
total, de la Punta de Maisí al Cabo de San Antonio. Los cubanos en las calles
estaban asombrados: ¿Relaciones diplomáticas? ¡Increíble!

Ojalá antes de terminar mi
paso por el planeta Tierra pueda ser testigo de otros acontecimientos de
similar destaque: uno de ellos: el levantamiento del bloqueo. Tengo esperanzas,
espero que no demore.
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