Un mensaje de FRATERNIDAD

Desde los años 30 del Siglo XX, y hasta principios de los 60, en el Barrio Chino de La Habana se editó la Revista Bilingüe FRATERNIDAD, voz oficial de la Asociación de Detallistas del Comercio de la Colonia China de Cuba.
En el año 2000 se logró rescatar esta publicación, que ahora tuvo una vida demasiado efímera, aunque se logró publicar suficientes materiales relacionados con la historia, la cultura y la actualidad de la Comunidad China de Cuba.
Lamentablemente, en el 2006, volvió a desaparecer.
AHORA INTENTO RESCATAR EL ESPÍRITU DE CONFRATERNIDAD DE AQUELLA PUBLICACIÓN.

martes, 10 de diciembre de 2013

Mandela en la memoria



El mundo asiste con tristeza a la desaparición física de un hombre excepcional, yo diría un hombre inclasificable. Para algunos era un gran revolucionario, para otros un demócrata, incluso quienes lo quieren calificar de antiimperialista. Realmente no es posible limitar la visión de Mandela con una definición, porque, en esencia, fue solamente humano.

Como primer punto debemos pensar en que no permitió ni el odio racial ni la venganza, en un momento histórico en el que ambas podrían ser “justificadas”. ¿Cuál revolución o cuál democracia no se permitieron alentar estos sentimientos en nombre de “la causa”? Mandela no, logró, con su ejemplo personal, convencer que una nación nueva no puede avanzar si su mirada está hacia atrás. No se trata de olvidar, sino de perdonar. Pidió que no se condenara a los blancos racistas porque ellos también eran víctimas de su error: si los negros vivían aislados en ghettos, los blancos vivían también aislados, sin disfrutar ampliamente de un país inmenso y rico.

Al igual que nuestro José Martí, pesó en una nación con todos y para el bien de todos. Sin exclusiones, sin sectarismos, sin que el país sea de unos u otros. Todos iguales, todos como un solo pueblo, un solo país.

He escuchado hasta la saciedad decir que Nelson Mandela fue Premio Nobel de la Paz, pero pocos recuerdan que fue compartido con Frederik Willem de Klerk, presidente de Sudáfrica en aquel entonces, quien legalizó al African National Congress, ANC, y promovió las primeras elecciones libres de la nación africana. Eso demuestra que nadie logra nada por sí sólo, necesita de los suyos, pero le resulta imprescindible la presencia de los otros.

Hoy el mundo asiste con tristeza a la desaparición física de un hombre excepcional, un hombre que al conocer su triunfo electoral, bailó y cantó, como una clara señal de que en lo adelante, sería la alegría la que mandaría sobre los destinos de su nación y, por qué no, un poco sobre los del resto.