Hoy es 3 de
Junio y hace exactamente 167 años, un grupo de chinos miraban asombrados las
altas murallas del Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro. En sus rostros cansados
asomaba un destello de esperanza: se harían ricos en poco tiempo, o eso, al
menos les habían dicho los enganchadores. La realidad, cruda y cruel, les llegó
al pisar tierra cubana, no fueron a grandes mansiones o palacios, sino a los
barracones de huidos y cimarrones que la Real Junta de Fomento poseía en el
muelle de Regla.
Esos chinos
llegaron al puerto de La Habana, en el bergantín español Oquendo, eran 206 seres,
poco parecidos a unos humanos, después de un azaroso viaje, sin condiciones higiénicas,
mal alimentados… Despojos “contratados”
para la agricultura colonial cubana. El negocio estaba sustentado en la amplia
experiencia de los británicos con los llamados culíes, en sus colonias del Mar
de las Antillas. En Cuba, la Real Junta de Fomento conoció de este tráfico de
fuerza de trabajo y en 1844 envió un agente a China. No es necesario decir que
la Real Junta recibió informes favorables. Por esa razón, uno de los más ricos
hacendados y esclavistas cubanos, Julián de Zulueta y Amondo, presentó el
proyecto para financiar la introducción de chinos, y de paso, como quien no
quiere las cosas, ayudar en la noble
tarea de blanquear la población pobre de Cuba, muy cargada de negros. El
negocio, doble ganancia para los negociantes, lo hace con la firma que posee su
hermano Pedro de Zulueta en Londres. Los finos ingleses contactan con la Casa
Matía Menchacatorre, de Manila, y a la Tait and Co, empresa establecida en el
puerto de Amoy, y ya especializada en el comercio de culíes, desde una serie de
barracones y depósitos construidos en aquel puerto chino desde mucho antes. Los
que vendrían a Cuba eran depositados en nuevos
barracones, solo construidos un año antes, en 1846.
Desde su
entrada a Cuba, los chinos sufrieron abusos y discriminación. Esas condiciones
de vida, unido a la natural rebeldía y el orgullo de una nación con una historia
milenaria, facilitó su incorporación a las luchas por la independencia y la
sociedad en gestación.