Una de las celebraciones
tradicionales mas respetadas y difundidas en China y las Comunidades de
Ultramar es la Fiesta
de la Primavera
o del Año Nuevo Lunar. Esta representa el tiempo de cambio, de renovación
espiritual y un momento en que se refuerzan los lazos de amistad y amor filial.
Es un punto de partida hacia nuevos planes, nuevos proyectos. Mas prosperidad y
vida.
La tradición atribuye la
creación del calendario al Emperador Amarillo Huang Ti, quien tuvo mas de seis
décadas de observación de los ciclos astronómicos y descubrió que estos se
repiten cada sesenta años, aunque sus observaciones estuvieron relacionadas con
los movimientos de la Tierra
respecto al sol lo denominó lunar.
El primer año del ciclo fue
fijado en una lejana fecha según el calendario occidental: 2637 antes de
nuestra era, y en este año 2014, estamos en el séptimo año del cuarto periodo
docenal del ciclo 77. Es decir, cada ciclo de 60 años se divide en 5 periodos
de 12 años.
El 31 de enero del 2014,
comenzamos a vivir el año 4712 del calendario lunar chino. Casi nada, verdad.
BUDA Y LOS DOCE ANIMALES.
Cuando Buda, cuya sabiduría
humana alcanzaba nivel divino, compendió que debía abandonar el mundo terrenal
para morar en el espacio infinito, se despidió de sus discípulos. Pero creyó
necesario tener un último encuentro con la maravillosa naturaleza que le había
rodeado durante toda su existencia. Convocó a todos los animales para
representar en ellos facetas de la esencia humana y cuál no sería su asombró al
comprobar que solo doce se presentaron a su llamado.
Arribó la Rata, animal rápido, directo,
práctico y sensato, sutil y lógico. Viajó tan presto que, sin dejar que nada lo
apartara de su destino, llegó el primero. Luego se presentó el Búfalo, fuerte y
tenaz, constante en su andar y su carácter, seguido del Tigre, hermoso y regio,
cuidadoso y escurridizo, capaz de esconderse entre los matorrales para evitar
contratiempos. El cuarto lugar lo ocupó el Conejo, sabio y virtuoso, pero
prudente, aunque a veces puede ser entretenido con nimiedades. Sin embargo
sorteó las dificultades. El Dragón alcanzó a llegar el quinto, con su derroche
de escamas multicolores, maravilloso y temible cuando arroja sus llamas para
impresionar. La sexta posición le correspondió a la seductora Serpiente,
siseante, sabia, seguida del Caballo con su angustia y sus miedos, trémulo de
inquietud y tras él la Cabra,
tímida, perdida entre la algarabía de los que arribaron antes, aunque no por
ello menos alegre y retozona. Los lugares nueve y diez fueron al Mono y al
Gallo: uno bromista, imprevisible, bullanguero y saltimbanqui, el otro gentil y
empenachado, presuntuoso. Los últimos fueron el Perro, con su eterno miedo a la
muerte lo que lo convierte en sombrío y desconfiado y el Cerdo, muy familiar y
a quien le cuesta trabajo separarse de los suyos y de la comodidad de su hogar.
Solamente Doce acudieron al
llamado del Sublime. Los otros quizás se dejaron llevar por las preocupaciones
cotidianas y quedaron rendidos a lo largo del camino. Buda decidió entonces
honrar a estos animales:
- Les concedo el privilegio
de dominar un año cada uno. También que los hombres vean en ustedes reflejados
su carácter y su espíritu, serán desde ahora un retrato de los sentimientos
humanos y estos tendrán que regir sus vidas por la conjunción de sus cualidades
y defectos.
Y así ha sido desde
entonces: los hombres observan a los animales para conocer los avatares de cada
año, cada mes, cada día y cada hora.
LA TRADICIÓN
La Fiesta de Primavera
coincide con el día de Año Nuevo en el calendario lunar chino. Ese día se
cuelgan pancartas con inscripciones simétricas y se quema pólvora para celebrar
la llegada del nuevo año. Pero cuál es el origen de esta celebración?
Según las tradiciones, en la
antigüedad existía un cruel monstruo al que llamaban nian, que hacía el mal en
todas partes y la gente vivía atemorizada de su presencia y por eso acudió al
Dios del Cielo. Este encerró al nian en una montaña y solo le permitía salir
una vez cada doce meses, justo antes del comienzo de la primavera, pero el
animal repetía sus desmanes.
El pueblo se reunió para
encontrar una solución y un anciano sabio dijo que el nian tenía miedo al color
rojo, las chispas y el ruido. Desde ese momento la gente comenzó a colgar
pancartas rojas en las puertas de las casas, a disparar petardos y tocar
tambores y gongs constantemente.
Cuando el nian regresó, tembló de miedo al encontrarse con aquella
algarabía de luces, sonidos y colores. Huyó a la montaña y no se atrevió a
regresar jamás. En recordación de esta victoria, la gente comenzó a celebrar
una fiesta en la noche previa a la llegada de la primavera y con ella el Año
Nuevo en el calendario lunar.