El Mundial de
Fútbol, (alegría para los fans de Alemania, decepción zurda para los de Brasil
y Argentina), el verano, el calentamiento global y hasta la madre de los
tomates, me impidieron durante los meses de junio y julio, dedicar tiempo a
escribir, es decir, continuar lo iniciado con Ecos del Centenario. Ahora espero
cumplir. Ahí voy.
Aunque la
crisis mundial continúa, y nosotros los cubanos acostumbrados porque siempre
estamos en crisis, dejar de reflejar algunos hechos de la historia del Barrio
Chino habanero es imperdonable. Especialmente en lo que concierne al Grupo
Promotor del Barrio Chino, por supuesto, ya desaparecido.
Las actividades
del Grupo se iniciaron, muy irregularmente, en 1994, con la celebración de la
primera Feria de Primavera de ese año, coincidiendo con el advenimiento del Año
Nuevo Lunar chino. Reaparecieron muchos productos que solo quedaban como
ofrenda ocasional al Dios del Fogón, en la intimidad de un hogar compuesto por
chinos y sus descendientes.
Hasta las
sociedades fraternales de origen chino, comenzaron un pestañeo, que las sacaba
de su letargo involuntario. ¿Por qué se preguntará usted? Le respondo: durante
los años 70 se produjo lo que algunos han dado en llamar enfriamiento en
las relaciones entre Cuba y China, yo lo llamo distanciamiento y se debió a que
nuestra bella nación se alineó con la ex Unión Soviética y tomó partido en la
lucha ideológica entre aquellas dos naciones. En cuanto al Barrio y las
sociedades, realmente casi se decreta su desaparición. Por suerte, llegaron los
años 90 y aquí estamos.
Retomo mi tema
principal. Muchas acciones fueron sentando las bases para lanzar al Grupo
Promotor, aunque pasó por varias fases: Grupo de Estudios, Grupo de Estudios y
Desarrollo, Sociedad Cultural, etc… Hasta que, en reunión del Consejo de la
Administración Municipal de Centro Habana, realizada en la sociedad On Teng
Tong, fue aprobada su constitución como entidad estatal, la primera
autofinanciada. Ese fue el procedimiento inicial para que se convirtiera en
empresa subordinada al gobierno de la entonces provincia de Ciudad de La
Habana.
Este paso,
necesario en las condiciones de aquel momento, significó por un lado un avance
en la consecución de los objetivos del proyecto, pero por otro lado, liquidó el
compromiso moral de los chinos y descendientes, tornándolos en obligación
laboral. Ya no éramos un grupo con relaciones familiares, de hermandad, de
sangre, sino empleados de una entidad estatal, con todos sus deberes y
obligaciones.
Ya bajo estas
condiciones, el naciente Grupo Promotor, fue recibiendo, con mucha reticencia y
oposición, diversos inmuebles y espacios, como los ubicados en el Bulevar de
Cuchillo, creado por la Empresa Provincial de Restaurantes en colaboración con
la Embajada de la República Popular China en el año 1986 (los que ahora son los
restaurantes de participación familiar), la sede de la Unión de Empresas de
Materia Prima y actual Casa de Artes y Tradiciones, la antigua Empresa de
Albergues de La Habana que fue inicialmente oficina principal y durante muchos
años Casa del Abuelo Chino, (aunque ya fue ordenada su disolución y el traslado
de los ancianos hacia un hogar en La Habana Vieja, lejos del Barrio). Más
tarde, recibimos un antiguo edificio de oficinas del Comité Militar de Centro
Habana, que fue designado para la sede oficial del Grupo y aún se mantiene como
un nosequé.
Por ese tiempo,
se mantenía la Feria Comercial de Cuchillo, sin condiciones higiénicas ni
materiales, hasta que se le entregó un almacén desocupado en Zanja número 8,
durante un breve tiempo, se situaron en un parqueo, en el centro de Rayo entre
Cuchillo y Dragones. Tuve, si cabe la palabra, el placer de entrar a un enorme
solar yermo, (lleno de hierbas y desechos porque los de muchas casas aledañas
desembocaban ahí), de ser de los primeros en entrar a lo que ahora es llamada
Ele de Cuchillo, que fue área comercial y ahora está cerrada nuevamente, solo
que algo mas limpia.
El Grupo
Promotor fue subiendo como la espuma, demasiado rápido, tan rápido que levantó
urticaria. Llegó a tener tiendas de ropa y víveres, restaurantes, diversidad
ofertas… Y comenzó a tener detractores.
Las cosas se
fueron poniendo agrias. Se instauró la plantilla de cargos, tal y como debe ser
en una empresa socialista cubana, los que ayer eran amigos, ya ahora serían
jefe y subordinado… En resumen, se perdió la esencia, la raíz. Y árbol sin
raíz, cae sin remedio.
De otros aspectos de este tema, comentaré en la próxima. ¿Cuándo? Le dejo en el misterio y la expectativa. Nos vemos en la red.