“Comencemos el nuevo año,
con la esperanza de que nuestros defectos
sean menores que nuestras virtudes."
José Martí
Hoy es 28 de
enero. Es una fecha inolvidable y los chino cubanos somos optimistas: confiamos
en que nuestras virtudes son mayores, como pidiera Martí, un hombre que se
adelantó a su tiempo y que en este 2014 occidental el mundo entero celebra el
aniversario 161 de su natalicio. Pero se acerca el Inicio del Nuevo Año del
calendario lunar.
Para los cubanos
José Martí es como la gran piedra monolítica en que se asienta nuestra nación
mestiza. Muchos han comparado a Martí con el gran Sun Yat Sen, (llamado en su
tiempo Zhong Shan, la montaña central), hombres que lograron liberar a sus
pueblos con voluntad y tenacidad. Ambos tuvieron presencia en la revista Fraternidad.
No podíamos ser menos, como herederos de una cultura y una tradición, que ha
hecho aportes a la nacionalidad cubana.
Martí no
solo fue un incansable luchador, fue un hombre de pensamiento, versátil y
universal, aún hoy nos sorprende. Fiel a su vocación humana y sensible a todos los dolores humanos, protestó airadamente desde las páginas del diario La Opinión Nacional,
de Caracas, ante la injusticia cometida en la ciudad norteamericana de San
Francisco con los inmigrantes chinos y que provocó en gran medida la expulsión
de miles de ellos. Nuestro Apóstol escribió: “Era el duelo mortal de una ciudad contra una raza. (...) Pues por
lograr la expulsión de los chinos, hubiera hecho una guerra el oeste”. En su excepcional revista para niños “La edad
de Oro” había despertado el interés de los pequeños hacía la lejana Asia en su
“Viaje a la tierra de los anamitas”, o con su mención en “La historia del
hombre contada por sus casas”. Ejemplo de su admiración es la versión libre del
cuento de Andersen, “Los dos ruiseñores”. Martí destaca los valores de la
amistad y la fidelidad, al tiempo que resalta la belleza y el misterio
subyugante de la cultura china y a la prosa original le aporta su poética y su
peculiar estilo narrativo.
Don Gonzalo de Quesada, su amigo, secretario y albacea, escribió en 1892 el ensayo Los Chinos y la Revolución Cubana, con la aprobación del Apóstol, quien entonces solo era el Delegado del Partido Revolucionario Cubano en Nueva York y los Estados Unidos. En ese escrito, el primero que pidió un monumento que rindiera homenaje a los chinos que lucharon por la independencia de Cuba, De Quesada vertió estas palabras:
“…si millares de chinos no hubieran
contribuido al sostenimiento de la guerra, con su trabajo en los talleres de
las industrias que surgieron maravillosamente en los bosques seculares y
rebeldes; si no hubieran sido soldados sufridos, valientes, y como hermanos de
armas no se hubiesen por su compañerismo rayano al sacrificio; si no hubieses
sabido morir con las almas templadas para la gloria, aun sin estos méritos,
esos adalides nobles e ignorados de nuestra epopeya, tendrían derecho a la
inmortalidad y a nuestra veneración por el hecho ejemplar de que “no hubo un chino
armado en Cuba que no estuviera del lado de la libertad”. Y cuando se pueda en
nuestra patria redimida honrar el patriotismo, para erigir un monumento a los
que compartieron con el esclavo negro y el esclavo blanco las victorias y los
sufrimientos de los diez años de lucha, a los que ayudaron a consolidar con su
sangre la fraternidad y la igualdad en nuestra tierra, para levantarle al chino
un monumento digno, nos bastará el epígrafe que con letras imperecederas
grabaremos en su pedestal: “¡No hubo un chino cubano desertor; no hubo un chino
cubano traidor!”
Poco
tiempo después, en un artículo titulado Recuerdos de la Guerra, aparecido en el
periódico Patria, el 28 de noviembre de1893, se lee: “…los chinos eran
grandes patriotas; no hay de que un chino haya traicionado nunca: un chino
aunque lo cojan, no hay peligro: ‘no sabo’, nadie lo saca de su ‘no sabo’…” Dos
buenas personas, Pedro Eng y Mauro González, escribieron un excelente texto
titulado Martí en los chinos, los chinos en Martí, que abunda en este
interesante tema.
El 31 de enero de
2014 comienza un año más en la larga cifra que el Emperador Amarillo Huang Di
instaurara con su medida lunar del tiempo. La Humanidad ha sufrido
mucho dolor a lo largo de la historia, pero también la felicidad ha dejado su
carga de sueños. Para los chinos de todo el mundo el Caballo de Madera reinara
durante los próximos meses y sus cualidades repartirán beneficios y alguna
inquietud, llama a la calma y la reflexión. Alistamos las velas para todos los
vientos, no importa a qué velocidad soplen ni la dirección que lleven. Sabemos
a dónde vamos y el destino es cierto.
Comienza un nuevo
año, el 4712 desde que Huang Di diera rienda suelta a la rueda del calendario,
imitando la luna en las noches en que el plenilunio anuncia la llegada de la
primavera con su paleta de colores y nueva vida.