Por su condición de capital, La Habana, es la ciudad más poblada de
Cuba. Sus habitantes pasan del millón y medio, más cerca de medio millón de
temporales aunque muchas veces es difícil definirlos. Algo así le ha ocurrido a
una parte muy importante de los habaneros actuales: algunos vinieron explorando
las bellezas naturales y las opciones de vida y… Luego vinieron los padres,
tíos y sobrinos de visita.
Generalmente esas visitas, si son del Oriente cubano se prolongan en el tiempo
mucho más allá de lo imaginable.
Pero el tema de las migraciones internas no es el que me anima a esta
crónica, sino rememorar a los primeros vecinos de la Villa, que está al cumplir
de modo oficial, 495 años.
Se puede afirmar que la población sancristobalera era escasa en los
primeros decenios. En 1544, las actas recogen la presencia de 40 vecinos, pero
usted, amigo, no se deje engañar por las cifras. Tal y como ocurre ahora mismo,
los vecinos eran aquellos cuyo domicilio oficial era La Habana, debían ser
blancos, libres, con algún billete y algo de propiedades, lo que desprende que
los esclavos, los pocos aborígenes que quedaban y aquellos que no tuvieran un
cobre, no podían ser vecinos. Residían, sí, pero no podían ejercer cargos
públicos ni tener vida elegante. Por ejemplo el documento que da cuenta de la
cifra de vecinos en 1544, agrega que también vivían 120 indios naborías
naturales, 200 esclavos, un clérigo y un sacristán. Diez años más tarde, en
1554, ya eran cerca de 700 y en 1590, la Villa de San Cristóbal de La Havana,
con uve, tenía registrados 800 vecinos y 4 mil almas.
Los habaneros se dividían en vecinos, moradores y estantes. De los
vecinos ya hablamos, así que los moradores residían sin propiedades aunque era
posible que re emigraran o no lograran el derecho a la vecindad y los estantes eran aquellos que no poseían casa, ni mujer, ni hacienda, ni padre, ni
madre. Como diría el excelso Héctor Zumbado: la cagástrofe.
En cuanto a los llamados indios había muy pocos, la mayoría había sido
segregada a Guanabacoa, como poblado de indios y algunos procedentes de México,
ocupaban terrenos en el barrio de Campeche.
Ya la villa como ciudad principal, lo que nunca logró Santiago (casi todas
las ciudades de Santiago llegaron a ser capitales o al menos de gran
importancia), fue asiento del gobierno colonial y por eso entre sus primeros
vecinos se cuenta con no pocos abolengos, como Juan Velázquez de León, pariente
del Adelantado Don Diego; Alonso Hernández de Puertocarrero; Gonzalo de
Sandovel. Más tarde estaba Diego de Soto y Alonso de Rojas, el capitán Arrate, los
hermanos Martin y Antón Recio…
Antón Recio merece un aparte. Su segundo apellido era Castaños y se le
conocía como gran propietario y alto funcionario de la Corona en esta villa. Se
casó con otra propietaria, Catalina Hernández, y de ese modo unió sus
propiedades con el mayorazgo de esta. Esa fue la herencia que le dejó a su hijo
bastardo Juan Recio, nacido de una india de Guanabacoa que, según el chismorreo
de la época, descendía a su vez del cacique guanabacoense. Antón Recio logró
una Providencia Real para legitimar a su primogénito y dejarle todo.
Muchos de aquellos apellidos avecindados quedaron para nosotros en los
nombres de calles de la Habana, tanto de intramuros como del exterior y no en
pocas ocasiones se nos escapa su origen, por desconocer una parte de la
historia de esta ciudad que amamos y padecemos.
Imagen 1: Plano de la Villa en 1603, realizado por el cartógrafo
Cristóbal de la Roda.
Imagen 2: Primera página de las Actas Capitulares de julio de 1550.