Acostumbro
a relacionar mis temas con la presencia china en Cuba y las relaciones con
China.
Con los últimos acontecimientos ocurridos en nuestro país no puedo
olvidar que en el gigante asiático hasta hace muy poco el Catolicismo estaba
prohibido. Allí los fieles debían practicar en secreto y los sacerdotes ser
ordenados en el más estricto silencio. Curiosamente uno de los cardenales más
viejos del Vaticano
fue, por años, chino, llamado Ignatius
Gong Pinmei, nacido en Shanghái en 1901. El cardenal Kung fue nombrado in pectore, es decir “en el corazón del
papa”, en 1979, cuando contaba 78 años de edad. Tenía al morir 98 años.
En
la historia de la Iglesia católica, solo han existido siete cardenales chinos. John
Tong Hon es el séptimo cardenal chino en la historia de la Iglesia, el tercer
obispo de Hong Kong en recibir la púrpura. Por primera vez, tres chinos forman
parte del Colegio Cardenalicio, además de él, están el cardenal salesiano
Joseph Zen Ze-Kiun, su predecesor, y el jesuita Paul Shan Kuo-hsi, obispo
emérito de Kaohsiung, Taiwán. Tong Hon fue el primer cardenal chino en
participar en un Cónclave, en el año 2013, para elegir el sucesor de Benedicto
XVI, el actual papa Francisco. Se dice que había un cardenal in
pectore, nombrado por el papa Juan Pablo II en el año 2003, residente en
China continental, pero el nombramiento expiró con la muerte del pontífice, ya
que el nombre de ese supuesto cardenal nunca se hizo público. Lamentablemente
no pude hallar los nombres de todos los cardenales chinos.
Ahora
quiero reseñar mis impresiones de la visita de Francisco.
He
visto tres Sumos Pontífices en Cuba, a los tres los he podido ver gracias a la
televisión. Durante las visitas de San Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora
Francisco, he seguido con atención sus palabras y sus actos. Disfruté las
misas, aunque no soy católico pero sí bautizado, seguí atentamente las homilías
y los consejos.
San
Juan Pablo ya estaba muy afectado por sus dolencias cuando viajó a Cuba, su voz
era entrecortada y de difícil comprensión, también a causa de la pronunciación,
(recuérdese que era polaco) y muy, muy anciano. Algo similar sucedió con
Benedicto XVI, (alemán), aunque mas apesumbrado por los escándalos de la
Iglesia que por su salud. En ambos el mensaje se dirigió principalmente a la
Fe.
Con
Francisco ocurrió algo distinto. De hablar claro y directo, con acento
argentino lo que lo hace mas gracioso, sin perder nunca la compostura y su aire
de santidad. Es mas mundano, mas humano, mas sencillo. Puedo decir que pasó a
menos de dos metros de mí, en su papamóvil claro está. Y es que a Francisco sí
fui a verlo pasar por las calles de mi ciudad de La Habana, lo que no hice con
los otros. Los siete segundos que duró su presencia me impactaron. Hice un
video con el móvil pero en el instante mismo de su paso, su prestancia me
impresionó y la cámara quedó descuidada.
Las
palabras de Francisco, mas que llamar a la Fe, llaman a la Vida, a compartirla.
No podré olvidar lo que expresó en el encuentro con los sacerdotes y monjas,
cuando dejó a un lado la homilía prevista y se salió del guión para dar una lección
de ética que ya quisieran muchos haber solo esbozado y no solamente al interior
de su Iglesia. Su mensaje a cuidar a los ancianos porque son la memoria, no
impide mantener la vista hacia delante, con los niños y jóvenes que son el
futuro.
Para
mí, la mayor enseñanza de su viaje, fue su llamado a soñar, a soñar en grande,
a emprender el camino para realizar los sueños y, por muy agreste que sea,
nunca perderlos. Como decimos en Cuba, soñar
no cuesta, pero realizarlos sí. A eso se refería nuestro Apóstol de la
Independencia cuando afirmó que a las estrellas no se llega por caminos llanos.
Esos momentos, cuando mas duro es el camino, mas necesitamos la mano fuerte que
posee la familia, la que nunca debe dejarse a un lado y nunca debe separarnos.
Nota: la imágencorrespondiente a Shanghai, 1952, fue tomada de The Catholic Word Report (http://www.catholicworldreport.com/Content/Site140/Articles/12_01_2012/1820frmccarthyb_00000001088.jpg)