Un mensaje de FRATERNIDAD

Desde los años 30 del Siglo XX, y hasta principios de los 60, en el Barrio Chino de La Habana se editó la Revista Bilingüe FRATERNIDAD, voz oficial de la Asociación de Detallistas del Comercio de la Colonia China de Cuba.
En el año 2000 se logró rescatar esta publicación, que ahora tuvo una vida demasiado efímera, aunque se logró publicar suficientes materiales relacionados con la historia, la cultura y la actualidad de la Comunidad China de Cuba.
Lamentablemente, en el 2006, volvió a desaparecer.
AHORA INTENTO RESCATAR EL ESPÍRITU DE CONFRATERNIDAD DE AQUELLA PUBLICACIÓN.

lunes, 2 de junio de 2014

El 3 de Junio, un día memorable



Hoy es 3 de Junio y hace exactamente 167 años, un grupo de chinos miraban asombrados las altas murallas del Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro. En sus rostros cansados asomaba un destello de esperanza: se harían ricos en poco tiempo, o eso, al menos les habían dicho los enganchadores. La realidad, cruda y cruel, les llegó al pisar tierra cubana, no fueron a grandes mansiones o palacios, sino a los barracones de huidos y cimarrones que la Real Junta de Fomento poseía en el muelle de Regla.

Esos chinos llegaron al puerto de La Habana, en el bergantín español Oquendo, eran 206 seres, poco parecidos a unos humanos, después de un azaroso viaje, sin condiciones higiénicas, mal alimentados… Despojos “contratados” para la agricultura colonial cubana. El negocio estaba sustentado en la amplia experiencia de los británicos con los llamados culíes, en sus colonias del Mar de las Antillas. En Cuba, la Real Junta de Fomento conoció de este tráfico de fuerza de trabajo y en 1844 envió un agente a China. No es necesario decir que la Real Junta recibió informes favorables. Por esa razón, uno de los más ricos hacendados y esclavistas cubanos, Julián de Zulueta y Amondo, presentó el proyecto para financiar la introducción de chinos, y de paso, como quien no quiere las cosas, ayudar en la noble tarea de blanquear la población pobre de Cuba, muy cargada de negros. El negocio, doble ganancia para los negociantes, lo hace con la firma que posee su hermano Pedro de Zulueta en Londres. Los finos ingleses contactan con la Casa Matía Menchacatorre, de Manila, y a la Tait and Co, empresa establecida en el puerto de Amoy, y ya especializada en el comercio de culíes, desde una serie de barracones y depósitos construidos en aquel puerto chino desde mucho antes. Los que vendrían a Cuba eran depositados en nuevos barracones, solo construidos un año antes, en 1846.

Desde su entrada a Cuba, los chinos sufrieron abusos y discriminación. Esas condiciones de vida, unido a la natural rebeldía y el orgullo de una nación con una historia milenaria, facilitó su incorporación a las luchas por la independencia y la sociedad en gestación.

Hoy día su incorporación a la sociedad cubana es plena, sin rechazo. Los miembros de la Comunidad China más extraña del mundo, los chino cubanos, hemos logrado mantener vivas nuestra herencia, nuestras tradiciones. Y si digo que somos la más extraña de las comunidades es porque la gran mayoría , más del 80 por ciento, está formada por descendientes de distintas generaciones, siempre negados a perder la cultura de la somos portadores.

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